Hay un amigo en mi

Después de varios días se me había olvidado habar por aquí de la que es una de las mejores películas del año, Toy Story 3, pero creo que no hace falta hacer muchas presentaciones… Personajes carismáticos, escenas de humor, tensión, amor e incluso de terror… una películas redonda.

Creo que muchos salimos del cine con la lágrima en el ojo, porque ¿Quién no ha perdido su juguete favorito alguna vez?, ¿Quién no le ha regalado a su vecino sus muñecos de acción, o los ha donado a alguna ludotecas? El ver a Woody, Buzz y compañía en la escena de la fundición, asumiendo su final, agarrados de la mano, me hizo recordar a OTON. Otón era un muñeco de peluche de la colección Defensors de la naturaleza, unos monstruos mitad trapo mitad plástico, que eran blanditos, encantadores (y bastante grandes) y además olían a fresa, como Lotso Abracitos. Cuando nos mudamos de piso, y yo ya tenia bien entrados los 13 años, Otón desapareció.

Creo que mi padre lo tiro a la basura, y la escena de cuando Lotso se asoma a la ventana de su dueña y descubre que ha sido sustituido por otro muñeco igual me dejo la piel de gallina. Quería mucho a Otón, pero a diferencia de Andy, yo no tengo ninguna foto para recordarlo ni en la universidad ni para cuando sea (más) mayor.

¿Juguetes Macqueros? Chicos listos...

Toy Story 3 hace tocar la vena nostálgica a los adultos que alguna vez hemos querido a un juguete, a todos aquellos que hemos vivido las aventuras de Andy desde hace quince años, y también a todos los que valorábamos los juguetes como entretenimiento, no como los niños de hoy en día, que tienen miles de cosas a las que luego ni prestan atención. Por eso me encanta ver a mi sobrina con “Joya”, su Woody particular, y desde Toy Story 3, ama a su Barbie más que nada en el mundo. Y creo que, al igual que todos los niños que hayan visto la película, a todos sus juguetes en general.

Gracias Pixar.